En este artículo, quisiera que juntos lleguemos a la idea de que mucho de lo que parecía ser un procesamiento lineal es, en realidad, circular. O, si quieren, es un artículo para pensar en aquella antigua pregunta psicológica: ¿el llanto provoca angustia o la angustia provoca el llanto? Por ejemplo, la palabra, que parecía el último eslabón de la abstracción, veremos que tiene también una vuelta por la que opera en el concepto al que está denominando.
La concepción más clásica que tenemos del procesamiento es la lineal: a una determinada entrada le corresponde una salida (que puede depender del estado -como hablamos en otro artículo de este blog-, pero es una salida al fin).
Creemos que la salida motora es la que sigue a la entrada de un determinado estímulo o sentimiento y punto. Estoy segura de que muchos de uds. habrán respondido que es el llanto el que le sigue a la angustia y no al revés. Estoy segura de que muchos de uds. habrán pensado que llamamos "dolor" tanto al dolor fisico como al emocional porque originalmente compartían características en cuanto al procesamiento cerebral (o sea que, si encontrásemos un idioma en donde ambos procesos -el dolor emocional y el físico- no se llamasen de la misma manera, igualmente las rutas cerebrales utilizadas serían las mismas).
Les voy a poner algunos ejemplos para que se les revuelva un poco la concepción lineal, para que empiecen a atar cabos y a hacer unos buenos nudos con esas dos puntas hasta ahora llamadas “entrada” y “salida”:
1. Síndrome de Moebius:
Esta extraña enfermedad congénita se caracteriza porque las personas que la padecen no pueden mover sus músculos faciales (y, por lo tanto, no pueden generar expresiones). Lo extremadamente increíble del asunto es que estas mismas personas luego son incapaces de reconocer expresiones emocionales en los demás.
Estamos ante un círculo, no ante una recta. Todo el sistema que se pone en marcha al mover un músculo facial es también parte del que percibe una expresión en otra cara.
2. Afasias de verbos: thomas bak
Hace un par de años, vino a dar la neurocena un señor muy simpático llamado Thomas Bak. Aparte de recordar con cuánto placer tomaba su cervecita, me acuerdo del nudo central de su charla: estudiaba pacientes que tenían una una enfermedad de las neuronas motoras y, junto con el predecible problema en los movimientos musculares, estos pacientes tenían una afasia que afectaba mayormente a los verbos. TREMENDO. O sea, la zona que representa el lenguaje de las acciones está íntimamente relacionada con aquella que controla los movimientos…
3. Los pirahas:
Las personas pertenecientes a esta comunidad amazónica tienen un lenguaje muy extraño. Una característica es que no tienen palabras para los números mayores de 2. Lo que se observó hace poco, es que estas personas no podían realizar bien los tests que involucraban el manejo de grandes cantidades de objetos. O sea, por un lado, no tienen palabras para los números mayores de dos, y junto con esto, muestran una incapacidad para abstraer la idea de cantidad cuando se trata de números grandes en tests que no requerían la expresión verbal de la cantidad (sólo tenían que resolver visualmente una consigna). Mmmmhhh, ¿sin la palabra "veinte" no está ni siquiera el concepto de esa cantidad?
Hay una nota en el newyorker sobre los pirahas que es excelente:
http://www.newyorker.com/reporting/2007/04/16/070416fa_fact_colapinto?currentPage=14. Dato colgado y sin fuente:
Hace poco, un amigo volvió de un congreso que, según el, había sido muy malo. Se me puso a contar algunos posters y uno me preció brillante (aunque todavía no conseguí localizar el trabajo): trataba de unas personas que no tenían la palabra para un color y que en los tests neuropsicológicos para discriminar colores, no podían discriminar este del cual no tenían la palabra.
Este artículo trata sobre lo circular del flujo de información en el cerebro. Sí, lo que parece que está llegando a un extremo, en realidad nada más está volviendo al punto de partida.
Lo que creemos jerárquico, recto, con un principio y un fin, no es tal cosa. Esa recta se curva hasta que los dos extremos se tocan.
Por un lado la palabra, el máximo exponente de la abstracción, por el otro lado el objeto en si mismo; y entre los dos hay flechas que van y vienen todo el tiempo. Claro que la palabra no es el hecho en sí, ya lo demostró San Agustín en el Libro X de Confesiones (imperdible), pero parece que están más ligados de lo que creíamos.
Nota:
Obviamente este artículo pide a gritos que se hable de las neuronas espejo, pero ahora son las 2 AM y tengo sueño, así que otro día vamos por ahí.